El hacia tiempo vivía ajeno a la vida, anclado en un pasado de donde había arrancado el recuerdo,
se limitaba a observar aquel viejo reloj de las horas muertas, indemnes al tiempo,
muriendo a ritmo de un tictac, pero una soleada tarde de abril,
la vida abrió de nuevo las puertas ante sus ojos, aun cegados por el sol,
ella le hizo recordar cosas que nunca antes había vivido, pasiones que nunca antes tubo la destreza de sentir, canciones que nunca había escuchado, aquella tarde, la vio
por primera vez, sin embargo la conocía, siempre estuvo como clavada en su memoria, era ella, la bailarina de aquel viejo reloj de las horas muertas y algo en su corazón hizo… cucu.
Por Ismael Gimeno
Alguien abrió la vieja puerta oxidada de aquella tienda del coso,
«Eloy, relojes de segunda mano» ponía en la entrada,
la curiosidad había embargado a aquella señorita, obligandola a entrar,
¿hay alguien? pregunto, al ver la estancia vacía, espero un momento mientras inspeccionaba
aquel laberinto de tics tacs, nadie respondió, cuando se disponía a abandonar la tienda,
un lejano suspiro la hizo retroceder, se armo de valor para atravesar aquel toldo polvoriento,
que daba paso a otra estancia, allí estaba, tirado en el suelo, las agujas paradas,
ni rastro de tictac, solo una bailarina que entraba y salia por aquellas ventanitas del reloj,
mas al fondo, el propietario, supuso, sentado en su sillón con la mirada fija en la bailarina,
como recordando cosas que nunca antes había vivido, pasiones que nunca había tenido la destreza de sentir, canciones que nunca había escuchado, acordes prohibidos,
solo tocados… para morir.
Por Ismael Gimeno
LETRAS DEL ALMA - EL GLADIADOR DEL VERSO 